jueves, 6 de agosto de 2009

Por encima (del culo) del verano

La bobada masculina de que las chicas son unos chicos muy raros ha sido sustituida por la resonancia nuclear magnética del cerebro femenino comparándolo con el del hombre.

Durante las primeras ocho semanas tras la concepción, la comparación no cabe porque todos los cerebros son femeninos y sólo a partir de esa data la invasión de la testosterona provoca la masculinización cerebral. Es una mala comprobación para la génesis bíblica sobre la creación de a mujer como segundo orden. Al menos cerebralmente la mujer se conforma primero

El cerebro unisex, patrocinado voluntariamente por el feminismo, no existe: despliega las mismas funciones y habilidades pero en forma distinta; si un hombre quiere memorizar un paisaje sus interconexiones neuronales recorren un circuito, y las mujeres transitan por otro distinto. Pero la visualización queda idénticamente captada.


Las chicas no tienen percepción extrasensorial pero ven desde niñas: su capacidad para desentrañar las expresiones humanas y detectar emociones bajo las inflexiones de la voz es sorprendente, mientras el hombre es incapaz de tales sutilezas. Así, la mujer está más dotada para la negociación (la comunicación, la empatía… la dirección de equipos en general) y el hombre para la contienda (el ataque y la defensa).

El varón prácticamente sólo recorre la poderosa y monótona autopista de la testosterona mientras la mujer vive inmersa en una tormenta de mareas hormonales mucho más esplendorosa y, desde luego, más vital.

· Estrógeno (el rey, amigo de la dopamina, serotonina, oxitocina, acetilcolina y norepinefrina, fuentes de placer y bienestar)
· progesterona (madre del valium del cerebro)
· oxitocina (hechizo ronroneante del amor)
· cortisol (crispada, abrumada, estresada altamente sensible física y emocionalmente)
· alopregnenolona ( su marcha repentina marca el síndrome premenstrual) o la
· testosterora en bajas dosis pero suficiente para la imprescindible mala leche.

Las hormonas de la mujer, más fuertemente activas que las del hombre, determinan qué le interesa hacer al cerebro femenino, guían la conducta alimenticia, social, sexual y agresiva, el gusto por la conversación y la sociabilidad, el flirteo, las caricias, la preocupación por no herir sentimientos ajenos, la masturbación o la iniciación sexual.

Si usted es propietario de un cromosoma XY no le mire solo el culo a una grácil mujer en bikini; mírele el cerebro que, con diferencia, será mucho más gratificante.


Sobre la vertical del ecuador
de unas vacaciones físicamente exigente,
un respiro para la reflex gracias a la habilidad
de Martín Prieto en El Mundo

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