domingo, 25 de mayo de 2008

Nuestra "aldea global" se queda sin fuego


"El petróleo no sólo es una materia prima fundamental para los bienes y servicios que dan forma a nuestra sociedad, sino que es finito, no es renovable.

Eso lo hace diferente, por ejemplo, a las patatas o al trigo que cada temporada se pueden volver a cosechar o de bienes como el agua o el aire, que se encusian pero se pueden reciclar.

Muchos analistas creen que ya hemos pasado el momento del peak oil, es decir, el cénit del crudo, el instante en que la producción de petróleo ha alcanzado el máximo y ya sólo puede declinar.

Este fenómeno ha sido descrito en la Teoría del Pico de Hubbert que debe su nombre al geofísico de la Shell M. King Hubbert, quien en 1.956 predijo que la producción de petróleo en USA llegaría a su cénit en 1970. Y acertó

Desde entonces, USA dejó de ser exportador de petróleo. Hoy sólo produce la tercera parte de lo que consume. Hubbert predijo que la producción mundial llegaría a su máximo en 2.000, pero se equivocó.

Las nuevas tecnologías de exploración y explotación alteraron sus cálculos. Uno de sus discípulos, Kenneth Deffeyes, revisó sus cuentas y vaticinó que el cénit del petróleo ocurriría entre 2.005 y 2.006. Al parecer también se equivocó, pero no mucho.

Probablemente, en estos días y sin darnos cuenta, estemos viviendo el cénit del petróleo convecional. Se calcula que las reservas mundiales son de 1.300 gigabarriles (1,3 billones americanos de barriles), y en 2.005 se consumieron 30 gigabarriles. A ese ritmo el crudo que consumimos hoy se agotará en algún momento entre 2.035 y 2.040. Y no podemos fiarnos de que se descubran nuevas reservas. La última vez que se descubrió más de lo que se consumió fue hace ya más de dos décadas.

¿Se imaginan un mundo sin petróleo? ¿Se imaginan tan sólo que las distancias, que hoy parecen irrelevantes, vuelvan a ser cruciales? Nuestra noción del tiempo y del espacio, sin petróleo, será muy diferente. Quizás sea el fin de la globalización como la conocemos hoy. Que esto no es ficción lo comprobaba el Financial Times hace poco: este año, Indonesia ha pedido la baja de la Organización de Países Exportadoes de Petróleo. Su producción apenas le basta para su consumo interno. De los 65 grandes países que tenían petróleo, 54 ya han entrado en declive. Bueno, 55 con Indonesia"


John Müller

Suplemento MERCADOS

El MUNDO del domingo 25 de Mayo de 2.008

miércoles, 21 de mayo de 2008

Roto en el AVE


Llevarían tres cuartos de hora, uno enfrente del otro, sin hablarse, sin mirarse siquiera. Dejando mecer sus cuerpos por el suave vaivén de aquel tren capaz de recorrer más de trescientos Kilómetros en una hora.

Atocha quedaba lejos en el recuerdo de Adán y Barcelona era una bruma en el pensamiento cerrado, hermético, de Eva.

Solo el zumbido de la velocidad apenas perceptible azotaba sus sienes compitiendo con el atroz fragor de sus pensamientos.

Los ojos de aquel hombre surgieron de un mar muy profundo y se posaron, con vida, sobre los ojos buscados de ella. Sus manos tuvieron que andar el camino tras las manos femeninas en pos de una atención aletargada. También estaban frías.

En aquel silencio con sordina, su voz sonó a campana en torre milenaria: “Me quiero bajar”!

“No puedes”, dijo Eva. “aún faltan tres horas para llegar a Barcelona, y este viaje no tiene paradas”.

“Me quiero bajar”, insistió Adán, avanzando el mentón en formación resoluta “me quiero bajar, estoy aburrido”. Y, despacio, cerró los ojos, bajó el mentón, se hundió en su mar, profundo.

Eva pensó en llamar a la azafata y pedir un vaso de agua con un analgésico. Su intuición de mujer ya había diagnosticado otra jaqueca. La rutinaria jaqueca.

Ella lo contempló largamente, algún transeúnte pudo llegar a pensar que con ternura. Las leves arrugas de su frente denotaban reflexión. Afuera, las alambradas próximas huían fugaces, mientras las montañas a lo lejos se movían lentamente.

Fue como un resorte, irguió su cuello, entrecerró sus ojos, escudriñó su conciencia como si la idea que acababa de tomar forma, fuera una ilusión. Abrió su boca, mejor, cayó su labio. Calló su voz y gritó su conciencia. Tragó saliva. Por dos veces.

Finalmente, clamó por la azafata y por el analgésico.

Un sabor metálico se instaló en su paladar justo en el mismo momento que la sinapsis, como un relámpago gris amargo, se soldaba en su cerebro.

Tomó la pastilla, bebió el agua. Apenas un sorbo. Acababa de brindar por su roto matrimonio.
En la vertical de las marismas
Un "sanisidro"

martes, 20 de mayo de 2008

Pérdidas


El pasado es una colección de silencios.

Aún quedan Historias hoy calladas, irrecuperables geografías de mutismo y caricia ausente. Albas y crepúsculos que quedaron ocultos, más allá de ese horizonte de apariencia poco hospitalario. Talles y tallos que nunca más se expandirán en rosas, oscuras golondrinas que se aclararon ya en algún que otro llorado vuelo.

Lo perdido tuvo todo su espléndido color pero ahora es solo sepia. Los latidos del gastado corazón invaden ya mi noche, pero el insomnio actual tiene otras partituras. Lo perdido es también un par o dos de labios que probaron el sabor de los míos, y que ahora tan sólo alcanzo a besar en mi memoria. Caprichosa.

Lo perdido es hoy luna redonda, y blanca, que yo hacía ovalada en mi retina y el firmamento con estrellas que ahora es apenas un cielo raso azul, como telón. Ya sin fuegos de artificio.

Todo se va borrando, todo pasa a ser sombra y vacío. Todo incoloro.

Mario Benedetti
"tuneado"

lunes, 5 de mayo de 2008

El amor que nos cura

"Solo es necesario querer y seguirnos los pasos"


Cuando una mujer queda conmocionada porque un hombre, al que no conoce, le llega a lo más hondo, trata de calmar su emoción aumentando los pequeños gestos dirigidos a su propia persona: se estira la falda, se acomoda el cabello, levanta la barbilla, abomba el busto y retiene una sonrisa. Sin embargo, con ese mismo movimiento centrado en ella misma, también deja escapar sutiles señales de llamada.

No se da cuenta de que le mira intensa a hurtadillas, de que fugaz alza sus cejas, de que acentúa el pliegue de sus ojos, insinúa un mohín con todo el rostro, de que pone la mano ante su boca, y de que dibuja con su cuerpo emocionado una forma geométrica que hace saber al hombre que aceptará encantada sus primeras palabras.

El hombre percibe estas señales, es consciente que se están produciendo, pero no sabe por qué lo sabe. Aquí arranca la inconsciencia de la emoción.

Solo la observación etológica podrá explicarle que la emoción que ha provocado en ella se traduce en una enérgica llamada. Las pupilas de ella se han dilatado, lo que da a su mirada un aspecto cálido que él percibe con suma claridad.

Los machos, más sensibles a las imágenes, reciben estas señales corporales y responden a ellas mediante verbalizaciones y comportamientos de acercamiento, mientras que las hembras, más sensibles al tacto, viven las primeras palabras como una caricia verbal. El cómo de la palabra masculina es más importante que lo que ésta diga.

Por regla general, la mujer es la primera en tocar, pero no lo hace más que en las zonas socialmente aceptadas.

Al hablar, descuidadamente, deja reposar la punta de sus dedos sobre el antebrazo del hombre. Cuando éste se despide, ella deja laguidecer su mano en la de él. Cuando vuelven a encontrarse, ella simula limpiar con su mano la chaqueta varonil en un minúsculo gesto que finge maternal. Ella le roza con su vestido y, en una habitación abarrotada, sus senos, por casualidad, vienen a apoyarse sobre el brazo del pretendiente, empujado por la muchedumbre. Todos estos pequeños contactos significan que ella da al hombre autorización para avanzar, para tocarla en otros sitios, en partes del cuerpo, y del alma, reservadas a relaciones de una mayor confianza. Más íntimas para íntimos.

El encuentro amoroso no es tan casual como parece. El azar no interviene más que en un conjunto muy pequeño de significantes, como si los enamorados dijeran: “Aquel con quien yo me relaciono lleva en él algo que dialoga con mi alma. Su cuerpo evidencia señales que llegan a lo más profundo de mi ser, porque mi historia me ha vuelto sensible a ellas; él habla mucho mejor conmigo que los otros. Con él, seré capaz de enseñar más yo y recibiré un mayor placer del descubrimiento de mi, de él, de ambos”.

El primer amor es una segunda oportunidad.

Los pequeños arqueros del amor sólo apuntan
a aquellos que se ofrecen como diana.


Boris Cyrulnik
(+ restyling)